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  • EL SECRETO
    Hace algunos años estuvo de moda el libro The Secret (El Secreto), que trata sobre la Ley de Atracción y de como conseguir las metas que uno desea en la vida. Entusiasmadísima leí el libro, vi la película en internet y comencé a practicar con las afirmaciones y las visualizaciones. Como caso práctico y puntual, dentro de los otros deseos que eran más importantes, visualizaba que las manchas oscuras tan molestas que tenía sobre mi labio superior desaparecían y me enfocaba insistentemente en eso. Como "a Dios rogando y con el mazo dando", también buscaba cremas y tratamientos que aceleraran el proceso ya que con la Ley de Atracción tenía el éxito asegurado. Soy un tanto terca y persistente, pero pasaba el tiempo y nada que se fueran las odiadas manchas y yo no sabía porqué ya que estaba haciendo todo al pie de la letra, o casi. Un día me encuentro leyendo más sobre la Ley de Atracción y como la visualización debe ir acompañada de la emoción y vibración de vivir esa imagen como si fuera real, como si en ese momento estuviera sucediendo, porque el Universo no entiende de idiomas sino de vibraciones. Paralelamente para esos días escucho en la radio un informe de que una parte de nuestra mente no reconoce el NO, la palabra no es como un cero. Ponían como ejemplo que si alguien nos dice: "No pienses en un elefante rosado tocando una trompeta", eso es exactamente lo que vamos a imaginar en nuestra mente. En ese momento entendí. Todo este tiempo me había enfocado en las "manchas", miraba al espejo cada día buscando que las manchas no estuvieran y con eso me estaba enfocando en lo que NO quería y prolongando así su existencia. Decidí olvidar las manchas y que cada vez que las mirara pensaría en lo clara que se estaba poniendo esa zona, pero sin mucha insistencia. Cuando quise acordar, las manchas habían desaparecido y con ellas aprendí dos cosas: - A enfocarme sólo en el aspecto positivo de lo que quiero lograr. A pedir el deseo, acompañar la visualización con la emoción y vibración de que ya está sucediendo y luego soltar. Cuando se siembra una semilla no se quita de la tierra para mirar si germina, se confía!
  • YOGA
    Yoga significa reconectar. Reconectarnos con la fuente de vida y de energía a quienes unos llaman Dios y otros Universo, Luz, Madre Tierra y también reconectarnos con nosotros mismos, con nuestro ser superior, espiritual, que es una imagen y semejanza del Dios mayor. Si necesitamos reconectarnos es porque partimos de la base de que estamos desconectados o, quizás se entienda mejor, si nos imaginamos que funcionamos por sectores. Muchas veces estamos enfocados en nuestra parte corporal, en nuestras necesidades y aspecto físico y nos identificamos totalmente con nuestro vehículo. Otras veces estamos enfrascados en nuestros pensamientos, analizamos todo, rumiamos las ideas y nos quedamos absortos en nuestra mente. Quizás esté en lo cierto al decir que a estos dos aspectos de nuestra persona le dedicamos la gran mayoría del tiempo y de nuestra energía. Para el Yoga somos seres espirituales viviendo una experiencia terrena, por lo cual el espíritu es la parte fundamental de nuestra personalidad y el motivo de nuestra existencia es desarrollarlo y expandirlo, crecer espiritualmente. Y cómo sé que yo soy un ser espiritual y que no es un invento o una fantasía de mi mente? Los sentimientos y las emociones entran en el ámbito espiritual y muchas veces no están de acuerdo con nuestra mente o no los podemos controlar porque brotan de una zona muy profunda de nuestro ser. Incluso los sentimos físicamente y los ubicamos en la zona del corazón. Si los sentimientos dependieran de nuestra mente podríamos programarlos como una computadora o diseñarlos a nuestro antojo. Si bien la mente analiza y opina sobre todo, no gobierna este ámbito o no lo hace en su totalidad. Porque somos una unidad muy rica y compleja, una maravilla perfectamente coordinada y esa perfección y coordinación es la que buscamos alcanzar y equilibrar a través del yoga. Para visualizarlo más claramente imaginemos que nuestro cuerpo es un automóvil, el vehículo de nuestro espíritu que nos transporta y a través del cual vivenciamos la experiencia física. Y que nuestra mente es la mente o computadora del automóvil, que controla todas sus funciones y permite un correcto desarrollo acorde a la programación que tiene. Y lo que le da vida al automóvil y a la mente del mismo es sin duda el conductor del vehículo. Sin el conductor, tanto cuerpo como mente no tendrían vida ni uso. El espíritu es el conductor del vehículo, el que sabe hacia dónde va y de dónde viene, el que usa y cuida del cuerpo y de la mente que están a su servicio. Conectemos con esa energía, con esa inteligencia superior, con ese amor que nos mueve y que da sentido a esta existencia. Con el yoga conectamos a través del cuerpo, de la meditación y de la respiración que es el hilo conductor que une nuestras partes, todo el tiempo. Y quizás, sin proponérnoslo deliberadamente, viviendo y palpitando nuestra realidad integral y completa, vislumbremos esa energía mayor, creadora e infinita y experimentemos la inmensa felicidad de ser parte de ella.
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